Hoy, hace diez dÃas que empezó el confinamiento casi general en Francia. Déjenme contarles cómo han cambiado nuestras vidas en unas pocas horas.
El jueves, nuestro presidente de la República, Emmanuel Macron, anunció el cierre de las escuelas hasta nuevo aviso y la limitación de nuestros movimientos a lo estrictamente necesario.
Su discurso no tuvo muchas consecuencias, ya que todos siguieron saliendo como si nada hubiera pasado el viernes -incluyéndome a mÃ-.
El sábado, el Primer Ministro Édouard Philippe declara que los restaurantes, bares, cines, antros también estarán cerrados al público.
El domingo, es la primera ronda de elecciones municipales, asà que el gobierno anima a los franceses para que vayan a votar. Muchos denuncian una polémica por su. falta de conciencia.
Por la tarde, pudimos ver a una muchedumbre de parisinos sentados en los parques o en las orillas del rÃo Sena, como si nada estuviera pasando. Las imágenes nos han desesperado a nosotros quienes decidimos quedarnos en casa para contener la epidemia.
El lunes, nos enteramos de que estaremos confinados a partir del martes.
Está prohibido salir, excepto a trabajar, al supermercado, a recibir atención médica, a pasear a las mascotas, a hacer ejercicio. Además, siempre debemos llevar la autorización oficial de salida firmada y a la fecha del dÃa, de lo contrario podemos ser multados.
El martes 17 de marzo, a las 12pm, nuestras vidas se detuvieron. Por un perÃodo indefinido. 15 dÃas, dicen. Pero esta es la duración mÃnima que el gobierno ha comunicado para tranquilizarnos.
- Para los que trabajan desde casa, no se nota mucho cambia con su vida diaria habitual. Sólo con más compañÃa.
- Para los que trabajan en una oficina, hay que considerar el teletrabajo.
- Para aquellos que viven solos, un largo perÃodo de soledad y mucha ansiedad.
- Para los estudiantes, las clases por video se organizan.
- Para los ancianos, que ya están socialmente aislados, será aún más complicado, pues ya no recibirán ninguna visita, ni siquiera de sus familiares. Son individuos en riesgo.
- Para el Estado, hay un paÃs que reinventar.
- Para el personal médico, vidas que salvar.
Hoy, abro los ojos. Son las 8:11 am. Por un momento, olvido la situación inédita que estamos viviendo. Mecánicamente, tomo mi teléfono. Y todo vuelve a mÃ. Es como una pesadilla despierta.
Pero no hay otra opción, me levanto, me visto, y voy a la cocina a desayunar.
Tenemos la suerte de tener un perro, asà que todos los dÃas nos turnamos para pasearlo. Es un soplo de aire fresco. Cada dÃa me sorprende más la poca gente que conozco, los pocos vehÃculos que hay en la carretera.
Tengo la suerte de tener un perro, asà que, con mi familia, nos turnamos cada dÃa para pasearlo. Es una escapatoria. Cada dÃa me sorprende más lo vacÃas que están las calles. Inhalo el aire y escucho a la gente a mi alrededor. Los pájaros cantan tÃmidamente. Las flores están apuntando a sus narices. No hay olor a gases de escape. Es como si la naturaleza renaciera mientras nuestros coches duermen caliente en las cocheras.
En la mañana leo, estudio y administro mi blog. He aprendido a hacer un programa diario, para no perder la motivación trabajando desde casa. También me ayuda a sentirme satisfecha al final del dÃa. En la mañana leo, estudio y administro mi blog.
Además, es importante que se sientan bien en un espacio de trabajo adecuado. Para hacer esto, les comparto cinco consejos:
- Imponerse horarios fijos: no empiecen a trabajar en la cama, directamente al despertar. Es necesario despertarse bien de antemano. Por ejemplo, pueden poner su alarma a la misma hora que si fueran a la oficina, y usan el tiempo para informarse y hablar con sus seres queridos. Igual con hay que especificar un horario fijo para el almuerzo, y avisarles a sus colegas. En la noche, una vez que el trabajo está hecho, es importante hacer otra actividad y no volver a checar su computadora o celular de trabajo.
- Cuidar su higiene: trabajar en casa NO rima con quedarse en pijama. Vale la pena vestirse normalmente en la mañana para no sentirse en vacaciones ; asà como bañarse diariamente para seguir cuidándose.
- Ordenar su oficina de trabajo: no hay nada mejor que una oficina ordenada y poco cargada para mantener sus pensamientos y mente claros cuando trabajan.
- Distinguir su ambiente de trabajo de la vida de la casa: este es uno de los consejos más útiles según yo. No mezclen los negocios con los asuntos familiares. Por eso es importante establecer horarios estrictos y atenerse a ellos. Si trabajan de 9 am a 7 pm, con una pausa para comer, sólo piensan en el trabajo y no usen esa pausa para resolver un problema en casa. Nos ocuparemos de eso más tarde. Por otro lado, les aconsejo dividir su espacio en un rincón personal y un despacho profesional. No se pongan en la cama o en el sofá para trabajar, todos sabemos cómo terminará…
- Divertirse fuera del trabajo: hay que ser capaz de pensar en algo más que en el trabajo. Lectura, televisión, juegos de mesa, cocinar, ejercitar, interacción con los seres queridos son varias opciones de pasatiempos que tener en casa.
Mis padres trabajan de su lado, haciendo videoconferencias con colegas. Para los que todavÃa tienen niños pequeños, es más difÃcil porque los pequeños no pueden arreglárselas solos. Por lo tanto, los padres ven su vida profesional totalmente trastornada, ya que tienen que organizarse según los deberes de sus hijos.
A la hora de la comida, tomamos una larga pausa, pero siempre a una hora fija para no interrumpir la productividad. El ambiente buena onda prevalece. No hay que discutir, ya que vamos a estar encerrados juntos varias semanas.
Después de eso, vuelvo al trabajo. Mi hermana tiene clases en su computadora. Sus profesores han reorganizado sus actividades y enseñanza para poder transmitir todo esto por video. Tiene que entregar trabajos cada dÃa.
Al final de la tarde, es el momento de las actividades de distracción, que no solemos hacer, porque salgo con amigos a las citas. ¡Aprovechemos para hacer actividades que dejábamos pendientes por no tener tiempo! Volver a hacer deporte, descubrir una nueva actividad manual, ponernos al dÃa con una serie. Cocinar y reproducir recetas originales mantiene nuestras mentes ocupadas. Muchos amigos mÃos juegan a videojuegos en lÃnea, como Monopoly o Mario Kart.
Aparte, es cierto que existe un fuerte sentimiento de distanciamiento social, asà que organizamos precopas por video llamada con nuestros seres queridos, como si estuviéramos en la terraza de un café, para aliviarnos.
Todos los dÃas a las 8:00 p.m., vivimos nuestro único momento de socialización. Como en Italia o España, la gente se dio una cita diaria para agradecer aplaudiendo al personal médico.
Después, cenamos algo ligero. Se trata de no desperdiciar la comida, ya que se nos aconseja ir al supermercado sólo una vez a la semana.
Hace unos dÃas, escuchábamos religiosamente las noticias en la radio, además de seguir las noticias en la televisión. Sin embargo, los medios sólo hablan de ello. La cuenta diaria del número de casos y muertes se multiplica dÃa tras dÃa. Nos volvemos paranoicos, angustiados. Uno se vuelve paranoico, evita las discusiones con los vecinos, con los extraños en la calle. El virus es como un ladrón que vigila cada uno de sus movimientos y aprovecha el momento adecuado para entrar en su casa.
Asà que nos protegemos.
Escuchamos cada vez menos para saber cuáles son las noticias, apagamos la tele. Cuando escuchamos los testimonios de desconocidos, las numerosas llamadas de auxilio del personal sanitario, nos asustamos y terminamos pensando que nos puede pasar a nosotros. Faltan máscaras, la gente se enferma, unos « rebeldes » con ideas « revolucionarias » deciden desobedecer y salir, las camas de ventilación artificial se llenan, se sobrecargan, no hay más espacio, el virus contagia silenciosamente miles de cuerpos, los médicos tienen que elegir a quién salvar y a quién dejar ir. De repente, no solo les toca a los desconocidos, sino también a nuestros seres queridos.
Me acuesto alrededor de las 11pm. Nuestras vidas se paralizaron hasta nuevo aviso, pero tampoco hay que matar la esperanza.
Me pregunto: ¿Cuándo nos despertaremos de esa pesadilla?
Marina